La vida es tan frágil y rápida, por eso cada día es un pequeño milagro.
El deseo de vivir y ser feliz es como una
bola de energía que esta justo entre medio de las dos costillas debajo
de tu corazón. Esa bolita solo puede ser activada desde adentro, la
gente y tu entorno nos puede motivar e inspirar pero también nos pueden
apagar esa luz, y muchas veces sin mala intensión. Por eso uno mismo debe
preocuparse de mantener esa bola de luz activa. Yo por ejemplo, para
mantenerla prendida debo confiar en mis instintos y estar constantemente
creando, dibujando desde mi imaginación analizando al mundo, bailando y
moviendo todo mi cuerpo al ritmo el día a día. Al ritmo del sol, de las montañas,
del agua, de las piedras, de los arboles, del invierno, del viento y las
estrellas. Cada día es un baile nuevo y siempre estamos aprendiendo. Me
imagino que mientras mas bailamos mas fácil se nos hace aprender nuevos
pasos, como el de la vejez y el de la muerte, dos bailes a los cuales no
le debemos temer, pero debemos honrrar con nuestros trajes mas
elegantes.
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